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Theowald D'Arago. 2006. Entre el Romanticismo y lo romántico

Theowald D'Arago. 2006. “Entre el Romanticismo y lo romántico” Charla presentada en la sesión "Estrategias del arte contemporáneo", del Foro El rol de las artes  y de los artistas en nuestra sociedad actual, Caracas, Fundación Celarg, Sala C 1 de febrero de 2006.

 

  Más vale tarde que nunca…

dedico esta ponencia a María de la Encarnación García,

madre de mi hija Sofía Estefanía D’Arago García para

quien también es esta dedicatoria.

 

Estrategia = arte de la guerra

Arte = del sánscrito hacer 

Entonces nos preguntamos, ¿esta charla tendríamos que titularla El arte de la guerra del hacer?

Pero como hemos dicho en otras ocasiones, el Arte (la poiesis) es decir el hacer –el producir– el crear, es una cualidad del hombre, aún más es la cualidad que nos hace hombres, repetimos como siempre, potencialmente artistas somos todos. Además, tenemos que asumir la palabra estrategia cómo metafóricamente ha quedado establecida, cómo planificación. Entonces nos preguntamos, ¿en la atomización contemporánea podríamos hablar de las planificaciones del Arte?, ¿no sería esta pregunta una contradicción para lo que el Arte (entendido cómo desde  el Romanticismo), ha terminado siendo? Como interpretación y expresión desde lo más íntimo, desde la interioridad, lo cual tiene sus antecedentes en la Modernidad y su yo, el sujeto. ¿Por qué? Porque  en la medida en la cual los seres humanos nos hemos quedado solos, es decir, dejamos de ser criaturas divinas –criaturas de Dios, con el cogito, ergo sum cartesiano– el pienso soy, el inicio de la modernidad. Desde entonces el Arte (el hacer del hombre), que por lo demás tenía su soporte en los mecenas, habiendo estado subordinado a la cristiandad hasta entonces, comienza a estar sobre los hombros del hombre de la Ilustración, el Enciclopedismo, el Iluminismo del siglo XVIII, quedando así sujeto de sí mismo. Por eso en la Modernidad, después de la primera “vanguardia”, el Romanticismo del siglo XIX, su búsqueda vanguardista desde el principio (todo el siglo XX dio cuenta de ello) ha sido la búsqueda de esa unidad perdida, al convertirnos en emuladores e inmoladores del soporte trascendental que nos daba lo divino. He haÍ la crisis Postmoderna, la quiebra de la razón cómo paradigma y de  lo que desde entonces he llamado Transmodernidad, que lejos de ser una superación dialéctica, como podría sugerir el vocablo trans, es más bien según nuestro criterio, una aceptación de nuestras limitaciones y un evocar, un clamor axiológico, una vuelta a los valores  trascendentales, a lo sagrado, a lo divino, ¿a Dios?

Por eso nos replanteamos ahora, ni artista, ni filósofo, alma humana. Finalmente y sincerándonos, nunca me interesó, ni me interesa, ni la filosofía ni el arte por ellos mismos, fenómenos antropológicos, sino por la develación del Ser a través de los existentes, su manifestación  -la Estética…-  desde la physis (el engendrar  y el emerger). El “enigma de lo divino”, esa ha sido mi real y verdadera preocupación y ocupación…

“Del ser, no se puede tener nunca prensión plena sino sólo LA PALABRA REMEMORACIÓN, HUELLA, RECUERDO” (página 22, Más allá del sujeto, G. Vattimo).

Por eso he aquí mis palabras. La sabiduría nace antes de la historia y se confunde con el mito. Más allá de la escritura, el carácter  de la sabiduría descubre la simultaneidad de los opuestos: a las espaldas de los sabios se encuentran los símbolos divinos. Al no existir  la escritura, la reflexión descubre su propia meta en el mismo proceso argumentativo- oral ¿la imagen? Más allá de la filosofía está el camino de retorno y una recuperación de los orígenes de la sabiduría, orígenes y raíces que se funden en la Grecia de los sabios y que se pierde aún más lejos en la doctrina secreta del conocimiento mistérico, siendo las divinidades órficas de Dionisos y Apolo  los principales protagonistas de este recorrido, donde se da, en medio de la tensión de los opuestos, el equilibrio  del uno –múltiple  y el uno– todo. La “confusión” y hasta la “pérdida” de la imagen estaría en el olvido de esa otra mitad que participa en la tensión… ¿la necesidad de la palabra escrita estaría en la acentuación, en nuestros tiempos, del conocimiento, más que en la sabiduría

No hemos encontrado la explicación de la naturaleza, y las características de la sabiduría no se consiguen  a través de lo que vendrá como ha creído el “progreso”, sino a través de aquello que la precede, o sea,  de los estudios de sus orígenes. ¿Qué cosa  hay antes de la sabiduría?, ¿Cuáles son los fundamentos?, ¿Dónde queda el la palabra, el logos, el discurso, el pensamiento, la razón el sentido, lo que está más allá del conocimiento y la sabiduría?, ¿En el enigma? ¿O debemos aceptar de nuevo lo divino?

¿Qué palabra nos permite ir más allá de si misma? Esta es la paradoja esencial del lenguaje, su relación con la realidad por definición inaccesible al lenguaje. No tenemos palabras para hablar de lo que no se puede hablar… Es allí donde nos encontramos o nos reencontramos, decíamos, con la mitad extraviada de los tiempos del conocimiento, el pensamiento sólo racional que ha olvidado sus orígenes, la sabiduría, la lucidez, la mística, aunque tal vez tendríamos que utilizar  otra palabra ¿lo enigmático? para que no se crea que ésta otra mitad es irracional, la  lucidez, es el impulso mismo de la razón crítica, y también su fundamento, nos dice Salvador Paniker. Lo presintió Platón: Dicho de otro modo, lo místico es la lucidez, la conciencia sin símbolo interpuesto. Lo que no puede decirse fundamenta lo que se dice… con lo cual podemos asegurar  que en el principio no fue el verbo. 

Pero bueno, las palabras y el valor de la Filosofía no radica en la esfera del conocimiento, como nos dice Nietzsche, sino en la esfera de la vida. La Filosofía (al igual que el Arte) se sirve de la voluntad de existencia con la finalidad de una forma superior de existencia. Por eso, esta pretensión legítima y honesta de buscar el o los planes, o planificación del arte contemporáneo, a nuestro juicio tiene su respuesta en lo antes dicho. Pero ciñéndonos al cuestionario de este Foro sobre la estrategia del arte contemporáneo, en su primera pregunta, ¿subjetividad o forma de conocimiento?, para nosotros no es excluyente, porque el sujeto infundamentado, como le llama Kant, en su 3ra. Crítica, es lo que da sustento a la Estética, y finalmente es desde nosotros donde parte subjetivamente la creación objetiva. Todo el arte desde el Romanticismo (los últimos 200 años), parte de una angustiosa subjetividad, pretendiendo asir un conocimiento universal (una verdad, la unidad que la presencia de la trascendencia Divina aseguraba) a través de su parcialidad. 

El otro cuestionamiento ¿cuáles son las propuestas del arte contemporáneo? Si en el siglo XIX comienza a aparecer, con el Impresionismo o el Simbolismo, por  ejemplo, en la primera mitad del siglo XX se conjuran el vanguardismo, desde el Cubismo, el Dadaísmo, el Surrealismo y todos los ismos hasta llegara al Conceptualismo y sus derivados, con lo cual las propuestas ya no son de una vanguardia, sino  de tantas vanguardia como artistas hay.

¿Por qué la resistencia ante las “nuevas” propuestas? Es obvio, sin propuestas trascendentes, universales, a cada artista no le queda más que ser un silogismo, no en balde hemos dicho desde hace más de veinte años que finalmente en la contemporaneidad, la máxima obra de arte es la “libertad” en la última ágora de la tribu, el último recodo de bienestar que le queda al hombre.

¿De qué manera se puede acercar al público a una propuesta artística? Invitándolo a que se reconozca como lo que es, y se desarrolle (en el área que sea) como un potencial creador ya que su condición, lo que lo hace humano, como hemos dicho, es la de ser un hacedor, pues su naturaleza es la de ser un interpretador –el universo viéndose a sí mismo.

Las dos siguientes preguntas, la del acercamiento a las nuevas propuestas y la de la pérdida del temor, están implícitas en las anteriores respuestas. Sin embargo, creemos que en la medida en la cual abandonemos al arte como algo único, solemne y propio de elegidos, y asumamos e invitemos a todos a la participación (repito, en cualquier área) a que sea creativo, productivo, poético, la comprensión y el  acercamiento deberán confluir. Pero si se le sigue otorgando la solemnidad, el sentido hierático y sólo novedoso que mantiene en la actualidad, difícilmente encontraremos confluencia alguna. Si por novedad es (vicio de la modernidad y de la moda) todo acaecer es nuevo, es originario y tiene valor para todos por igual. ¿O es que este presente ya no es pasado y estamos haciendo futuro?

Aquí les dejo mi rememoración, mi huella, mi recuerdo.

 

Theowald D’Arago

piscis@movistar.net.ve

 

 

 

 

Carmen Hernández

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