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María Egea. 2006. El arte como vía de conocimiento y transformación

María Egea. 2006. “El arte como vía de conocimiento y transformación”. Charla presentada en la sesión "Reflexiones sobre la educación en las artes", del Foro El rol de las artes  y de los artistas en nuestra sociedad actual, Caracas, Fundación Celarg, Sala C, 29 de marzo de 2006.

 

Nuestra postura artística, que también es nuestra propuesta pedagógica, se basa en la concepción que el arte ha sido, y es una vía de conocimiento, y que el acto de crear posibilita el que podamos crearnos a nosotros mismos. Cuando hablamos de arte lo hacemos en un sentido amplio: arte que puede ser concebido como dispositivo e invalidado como objeto, como sucede en algunas posturas teóricas contemporáneas, pero también arte como investigación de lo social, de lo científico, de lo psicológico. Arte que está en la calle, en los objetos cotidianos. Arte que se explica así mismo, pero también arte vinculado a lo espiritual, que explora lo invisible. Arte legitimado por las autoridades artísticas, pero también arte marginado, íntimo, artesanal, popular. Arte de otros tiempos y de nuestro tiempo. Arte que puede o no ser convertido en mercancía. Arte como acción y arte como objeto. Porque lo que nos interesa es ese continuo hacer artístico por el cual los seres humanos han manifestado su conexión e intento de comprensión de la realidad tanto interna como externa. Nos centramos en ese acto, el de crear. Los resultados de esa acción revisten importancia bajo este enfoque, porque al ser la expresión artística una manifestación de la persona, en el intento por traducir su propio hacer, adquiere conciencia y conocimiento sobre sí y la vida, además de canalizar sus potencialidades creadoras. Hacer arte y presenciar arte puede transformar nuestra mirada,  abrirnos una puerta hacia lo desconocido; ese desconocido que somos para nosotros mismos,  ese desconocido que es el mundo, la existencia en sí.  

La facultad de crear no es patrimonio de los artistas, es inherente a la condición humana. El hacer desde la creación consciente nos capacita para reconocer la mecanicidad del accionar cotidiano; devela la presencia de móviles que condicionan nuestras actitudes y conductas con la posibilidad de liberar hábitos, costumbres y todo aquel aprendizaje impuesto por la educación y la sociedad. Enfocar lo que veíamos desenfocado y desenmascarar aquellos “ácaros psicológicos” que nos acechan y predisponen aprisionando nuestro real modo de  ser y estar. Actuar a partir del movimiento propio y no por requerimientos externos.  

Encontramos distintos desarrollos en la facultad de crear. Desde niños somos moldeados por la realidad externa que configura nuestras respuestas, de esta relación  se gestan los obstáculos que detienen la expansión natural de ese potencial. La educación, tal y como la conocemos hoy en día, es un factor inhibidor debido a que ha valorado, y valora, el conocimiento fijo y la técnica. Otorga excesiva importancia a la autoridad que divulga ese conocimiento y a la autoridad del conocimiento mismo como verdad irrebatible. Se centra en la transmisión de información y en desarrollar un tipo de habilidad cognitiva desatendiendo aquellas que tienen que ver con la percepción, la sensibilidad, la intuición, el pensamiento analógico, los sentimientos, las sensaciones e impulsos. Promueve la uniformidad en detrimento de la individualidad procurando que todos seamos lo más parecidos posibles. Atenta contra las necesidades vitales y nos impulsa a identificarnos con las sociales en pro de la adaptación social.  

El aprendizaje no se concibe de manera permanente, por el contrario, una vez establecidos los objetivos y adquiridos los conocimientos para lograr una determinada meta éste se interrumpe. La capacitación se limita a la adquisición de conocimientos prácticos y profesionales en algún campo. Por ese intrincado proceso de limitar las aptitudes, el ser humano utiliza un porcentaje mínimo de su potencial; se le impone una manera de aprender, de trabajar y de hacer. Estamos ante un continuo proceso de desarrollo de sistemas construidos conscientemente, las acciones que un día fueron ejecutadas en forma natural son ahora profesiones. Los modelos de aprendizaje  provocan una  pérdida de confianza en las capacidades e intuiciones propias con el consecuente bloqueo del pensamiento y el movimiento libre de la conciencia y la atención. Son muy pocos aquellos que piensan acerca de sí mismos sin remitirse al valor que la sociedad les atribuye, en este marco se hace difícil desarrollar las cualidades individuales y la expresión de las inclinaciones propias.  

El ser humano aprende a hacer cosas en forma natural, después esas actividades se desarrollan y sistematizan. Ese conocimiento se hace efectivo y útil  porque ciertas personas establecieron una forma propia de ejecutar una actividad natural, es decir, fueron creativas, y el método que emplearon resultó lo suficientemente eficaz como para ser adoptado por otros. Las técnicas, fórmulas y reglas en el arte surgen de la visión creativa mantenida de manera también creativa. Es importante comprender esto  porque no siempre sucede así en aquellos que se desenvuelven dentro del campo artístico, muy por el contrario, es frecuente toparse con un tipo de “arte” producto de la implementación de fórmulas que han resultado exitosas en la obtención de reconocimiento. Las creaciones en todos los campos corren el peligro de verse reducidas a algo que pueda ser aplicado mecánicamente. Todo esto es producto de  una educación y una sociedad basada en el trabajo rutinario motivado por las necesidades básicas, temores, presiones arbitrarias y esperanza de recompensas. Una sociedad temerosa de desarrollar en su seno seres libres que pueda poner en peligro un orden social que supuestamente apunta al bienestar común.  

Los físicos David Bohm y David Peat investigan sobre la creatividad en la ciencia y sostienen que los paradigmas incluyen no sólo sistemas de teorías, principios y doctrinas, sino también lo que ellos llaman la “estructura tácita de las ideas”, que se transmite de generación en generación de científicos y que constituye la base del aprendizaje. La creación de nuevas ideas surge por el rompimiento de viejos esquemas de pensamientos, pero hay  una tendencia mental a aferrarse a los conocimientos y maneras tradicionales de pensamiento. Las revoluciones científicas comienzan por un cambio radical que tiende a instaurarse como verdad absoluta e irrebatible. Para que este conocimiento se consolide sin cerrarse al cambio y, por tanto, a nuevas maneras de ver, se requiere una operación de creatividad de manera continua. Lo mismo sucede con el arte, con la educación y con cualquier actividad que emprenda el ser humano y, por supuesto, en la manera en que concebimos la  propia existencia.  

Las personas son creativas cuando dan algo de sí mismas, cuando son capaces de ensamblar y completar los estímulos y sensaciones que reciben del mundo y expresar esa reelaboración ya sea mediante palabras, el cuerpo, la música, cocinando, relacionándose con los demás, entre otras muchas posibilidades. Al estar escindidas y no pertenecer a un contexto cultural enraizado en un real conocimiento sobre el medio ambiente y la realidad interior de sus integrantes, son presa fácil de condicionamientos externos; incapacitados para darle forma y expresión a su vida. El hacer en esa situación es un acto mecánico, vacío, muerto, que no conduce a desarrollo alguno y que, por el contrario, produce adormecimiento. La actitud creativa impulsa la capacidad para asumir riesgos, buscar respuestas, vencer miedos, romper con hábitos de pensamiento, contactar el sentimiento y hace posible el que los seres humanos puedan configurarse a sí mismos partiendo del movimiento que les es propio.   

La mayoría de los adultos viven hoy día con una imagen que no responde a su propia organicidad y que presentan a otros, y así mismos, como auténtica. Cada persona construye con los años una imagen de sí mismo. Feldenkrais explica en su libro “Autoconciencia por el Movimiento”, de quién tomamos el término “autoimagen” por ajustarse como concepto a nuestra idea de imagen construida por la experiencia, que existen tres factores en la formación de la misma los cuales son: la herencia, la educación y la “autoeducación”. Esa “autoimagen” es siempre más limitada que nuestro potencial. El ser humano desconoce que responde a un esquema impuesto por la sociedad en la que nace y se desenvuelve. Las sociedades actuales están constituidas por individuos que se parecen cada vez más en sus costumbres, conductas y objetivos, aunque existan diferencias hereditarias entre unos y otros. Las personas son valoradas por sus éxitos y esto eclipsa, desde temprana edad, la posibilidad de la espontaneidad. Un éxito acoplado a lo que la sociedad concibe como tal, que además supone un ascenso constante por la escala socioeconómica; éxito que no revitaliza por ser una mera gratificación superficial y externa. Al responder a esta exigencia, la mayoría dejan de accionar por impulso propio y cuando no alcanzan aceptación social, enferman física y mentalmente. 

Para poder adquirir una conciencia sobre lo que somos es menester confrontar esa “autoimagen”, la cual solemos concebir de manera equivocada como una realidad nacida con la persona, siendo ésta producto de la relación del individuo con los demás y con la sociedad en general. Cuando reconocemos y diferenciamos el rostro postizo del real, es porque comenzamos a escuchar las voces que nos habitan. Voces y personajes con los que no siempre deseamos continuar conviviendo, que modelan actitudes y conductas, al igual que lo hace el influjo que el mundo externo ejerce sobre nosotros. Al experimentar el impulso orgánico comienza la liberación del yugo de los condicionamientos y conductas mecánicas; al comprender, conocer y desarrollar el movimiento, el pensamiento y el sentimiento que tienen realidad en nosotros, se gesta una voluntad de cambio y transformación. Ahondar en lo interior modifica la mirada sobre lo externo, la realidad ya no se muestra tan predecible e inamovible, por el contrario, es pluridimensional, y lo que es más interesante aún, varía a la par que lo hace nuestra percepción. La realidad es lo que nosotros vamos entendiendo de ella, lo que somos capaces de ver, de escuchar, de percibir y de concebir. 

Todo lo que hacemos se origina en la actividad muscular, la misma es el efecto de impulsos que provienen del sistema nervioso. Como explica Feldenkrais, la conducta humana constituye un complejo de músculos, sensaciones, sentimientos y pensamientos que se movilizan al momento de actuar. Al trabajar directamente con el cuerpo se expone a las personas a ese conjunto de procesos interiores que conforma toda acción. Lo que sucede por dentro se pone en evidencia cuando los músculos del rostro, corazón o aparato respiratorio se organizan de acuerdo a ciertos patrones. Llegado un momento, en nuestro desenvolvimiento en el marco de la enseñanza de las artes plásticas, comprendimos que lo realmente importante no era transferir conocimientos sobre la aplicación de técnicas y procedimientos, sino lograr que las personas pudiesen manifestarse desde sí mismas. Como ya éramos conscientes, por la experiencia con el Teatro Altosf, que debíamos confrontar la “autoimagen”, retomamos la metodología de este grupo y con esa experiencia y otras que obtuvimos en talleres de teatro, del cuerpo y de nuevas pedagogías para la expresión, diseñamos actividades en las que incorporamos el trabajo con el cuerpo. 

Diferenciamos tres tipos de actividad corporal: la de calentamiento, la sensoperceptiva y la corporal expresiva. El calentamiento tiene como fin liberar al cuerpo de tensiones acumuladas, hábitos, costumbres; romper con posturas corporales, miedos y prejuicios; desenmascarar la actividad mecánica. Colocar a los participantes en  una mayor disposición receptiva. La actividad sensoperceptiva apunta a la posibilidad de ampliar el margen perceptivo tanto de la realidad externa como de la interna, modificar los esquemas condicionados de pensamiento y propiciar el que las personas puedan reconocer y diferenciar impulso, sentimiento y movimiento. En la actividad corporal expresiva las personas entablan una relación más sensible y consciente consigo mismas como totalidad: con su cuerpo psíquico-físico, con sus centros, con su andar, con su energía masculina y femenina, con los otros, con el espacio, con la percepción del tiempo. En esta instancia se les abre la posibilidad de manifestarse creativamente, tanto individualmente como en grupo.   

 

En nuestra propuesta de enseñanza - aprendizaje sometemos al cuerpo a situaciones poco usuales rompiendo los esquemas habituales de comportamiento para forzar la percepción. Observar de reojo por un espejo o ponerse boca abajo para detallar un dibujo realizado por otro, una pintura o cualquier otra cosa, favorece el que podamos apreciar otras perspectivas visuales que difícilmente puede ofrecer la usual confrontación frontal. La realidad no es tan conocida como se piensa, posee detalles y sentidos escurridizos que una vez captados proporcionan un material de conocimiento al que puede dársele forma utilizando la diversidad de medios que hoy ofrece lo que comprendemos como artes visuales. Hay ejercicios en los que se bloquean los sentidos como una estrategia para descubrir y valorar los mismos, para también poder escuchar el pensamiento y diferenciarlo de las sensaciones o del sentimiento. Percibir y dibujar objetos con los ojos tapados, es una actividad que, además de propiciar la percepción táctil, ofrece una oportunidad para la creación de imágenes que escapan al juicio y control.  

En unos casos, la actividad corporal  proporciona el contenido que induce la expresión plástica. Por momentos, ambas suceden enmarcadas en un mismo tiempo, alternándose, superponiéndose, precediéndose. En algunas situaciones, la expresión corporal es un acto creativo en sí mismo. La experimentación con técnicas, herramientas y materiales de orden plástico surgen por requerimiento de la misma actividad. La música es un elemento inductor y de apoyo al trabajo corporal y para la creación de determinadas atmósferas. Hay ejercicios diseñados para liberar el hacer de las interferencias provocadas por la conciencia de las obligaciones, apariencias, deberes, esperanzas y miedos. Interesa la comprensión de la  importancia que tiene el proceso por sobre el resultado a obtenerse. Para lograr que la expresión tenga realidad hay que derrumbar ilusiones, pretensiones y preconcepciones; que el fin último sea el acto en sí mismo, como fuente de conocimiento y posibilidad de autoconciencia.   

 

 

 

El acontecer histórico de la plástica nos proporciona un excelente y variado material de investigación. De las experimentaciones que los artistas han realizado y de su percepción sobre la realidad, extraemos ejercicios con los que pretendemos hacer que los participantes internicen ese conocimiento. La percepción metafórica  incluye juntar ideas diferentes y hasta, en apariencia, incompatibles de manera radicalmente novedosa.  El acto de percepción creativa en forma de metáfora implica un estado perceptivo de elevada energía, que disuelve los presupuestos excesivamente rígidos que se hallan en la “infraestructura tácita” del conocimiento comúnmente aceptado. Utilizamos la metáfora para que las personas puedan reconocer aspectos de su persona; al visualizarse y darle forma a imágenes verbales y visuales, de río o de árbol, por dar un ejemplo, pueden desentrañar aspectos de su propia vida. Vincular la capacidad creadora a los elementos naturales es despertar a la vida misma, ¿no somos acaso una conjunción de todos esos elementos? La persona es un microcosmos que se muestra como una analogía de la totalidad del cosmos; a la medida que los seres humanos dejan de sentirse centro y medida de la naturaleza, pueden comprende su devenir personal entendiendo el natural.  

 

 

Hay ejercicios que promueven la individualidad, pero también el sentimiento de pertenencia a una comunidad que es la humana y que habita sobre un ser vivo, que es la tierra. El universo actualmente es concebido como una “red de relaciones entre diversas partes de un todo unificado”…vivimos en lo que se ha llamado un “universo participativo” y este conocimiento nos parece de relevante importancia, especialmente en estos momentos en que se encuentra amenazada la estabilidad del planeta. Una actividad sensoperceptiva que promueve esta conciencia,  conduce a los participantes a sentir su corazón y el constante movimiento de contracción y expansión que impulsa a la sangre a recorrer todo el cuerpo. El corazón es moldeado en arcilla y se incorpora a otra forma trazada en el piso utilizando elementos orgánicos que representa a la persona en sí. Desde ese centro,  se tienden “rutas” hacia los demás. Para asombro de todos, el mapa que se crea colectivamente es muy similar al que los seres humanos hemos diseñado para representar el firmamento. Concebirse desde sí, con un palpitar interno, dar forma a ese latido y luego trazar “puentes” de conexión, es un modo de hacernos concientes de esa red invisible que nos entrelaza a unos con otros.   

Es de nuestro interés generar espacios en los que las personas se encuentren consigo mismas, en los cuales puedan reconocer sus impulsos naturales, sus potencialidades expresivas y creativas, para que aprendan a escuchar, y escucharse, y a relacionarse de una forma más sensible consigo y con su entorno. Comprendemos que no hay posibilidad de mejorar la sociedad sino existe, en lo individual, una conciencia unitiva y, por tanto, una clara visión sobre la interrelación que tenemos con todo lo vivo. Una conciencia que invalide el juicio y se convierta en observadora de lo que acontece y le acontece. Mirar al exterior o al interior es parte de un mismo ciclo de actividad que puede revelar cualquier aspecto de la totalidad. El juego libre favorece esa expresión creadora que moviliza la mirada,  juego atemperado por una conciencia atenta que no enjuicia ni interfiere. Las penetraciones creativas  no están restringidas a la ciencia o al arte,  sino que pueden surgir en cualquier aspecto de la vida cotidiana y de esa vida cotidiana extraemos el material para este laboratorio  en el cual las personas puedan aprender a relacionarse sensiblemente con su movimiento, con esa manera única de ser y estar, de sentir y decir; convertirse en hacedores creativos de su existir individual y colectivo.

 

María Egea - CRE ARTE

mariaegea@cantv.net

 

 

 







 

 

Carmen Hernández

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