Luz María Varela. 2006. Arte y comunidad

Luz María Varela. 2006. “Arte y comunidad”, Charla presentada en la sesión "Arte y comunidad", del Foro El rol de las artes  y de los artistas en nuestra sociedad actual, Caracas,  Fundación Celarg, Sala C, 28 de junio de 2006

 

Introducción

Junto al inicio de este siglo, está desarrollándose una nueva concepción de la vida, originada en importantes transformaciones de los, hasta ahora, vigentes paradigmas científicos y filosóficos, cambio, que se caracteriza, a grandes rasgos, por el paso de una visión fragmentada de la realidad, donde sujeto y objeto son entes separados, a una noción de totalidad, donde el uno y el todo, lo interno y lo externo, son elementos integrados, asumiendo la existencia como un conjunto de redes interdependientes, donde cualquiera modificación por pequeña que sea afecta al todo. Por otro lado, las investigaciones en torno al conocimiento del cerebro humano han descubierto las múltiples y aun inexploradas posibilidades de conexiones que éste posee.

La evolución social y la transformación del ser humano son dos procesos paralelos, complementarios e inseparables.

En esta propuesta de “arte y comunidad” se considera como centro al ser humano y como finalidad el desarrollo de su potencial creativo, la conciencia de si mismo y de la sociedad. Se asume  que el cambio individual y profundo es el cimiento para la transformación grupal.

Arte en la comunidad 

Arte y comunidad es un tema muy amplio que  puede ser examinado desde diversos ángulos. Aquí se abordará un solo aspecto: el del “taller de arte” como unidad de formación humana y cambio social.

Desde esta perspectiva el “taller  de arte” es una instancia generadora de preguntas, experiencias y conciencia respecto a la identidad y todo lo relacionado al si mismo, a la pertenencia, al entorno, raíces y tradiciones, abordado desde la interioridad del individuo para trascender y abarcar lo comunitario.

El motor de esta formación es la práctica artística. Práctica, de practicar, realizar, hacer, es acción, es movimiento, es desplazamiento, es cuerpo. Es Artística en las operaciones de creación, representación simbolización, juego e interioridad,  donde el énfasis esta puesto en la dinámica del HACER, en vez del producir, donde el objeto de trabajo es el movimiento interior del  participante mismo.

En el taller se proponen ejercicios basados en la integración de los lenguajes artísticos, los cuales se realizan utilizando diversos medios y acciones, de manera que en el proceso, -que incluye  reflexión, tiempo de maduración, investigación, manipulación de materiales y experiencias de ensayo-error-, reside un aprendizaje integral, donde acciones, emociones, y pensamientos se articulan para generar nuevas visiones, expresiones e interrelaciones.

Esta dinámica se apoya en las inteligencias múltiples del ser humano, es decir estimula la libre asociación, la imaginación, la intuición, el análisis y la lógica, canaliza el deseo y las emociones, de manera que el resultado, que se externaliza como acción corporal, objeto o instalación, representa la encarnación del mundo interior, la visión personal, el inconsciente colectivo. La actividad artística permite a las personas concretizar lo que está más allá de las palabras y de la razón, lo que surge en imágenes, en los movimientos del cuerpo en el sentir de las emociones, es una experiencia completa de sensibilización, un medio de autoconconciencia donde el Hacer es innovador estimulante e iluminador. 

Para el participante es una experiencia que lo conecta con su mundo interno, con las imágenes de los sueños, de los vistazos, creando su propia representación simbólica como un escudo frente a la avasallante ola de imágenes mediáticas. Es también el descubrimiento de la inteligencia asociativa que amplifica el conocimiento a lugares inesperados abriendo vías de entendimiento de sí mismo como conciencia frente al entorno que lo rodea. Por medio de la práctica de diferentes lenguajes artísticos, se canalizan y aparecen emociones escondidas que funcionan como espejos de información individual y grupal. Es una oportunidad de desarrollar destrezas ocultas, adquirir  nuevas herramientas cognoscitivas y recursos para el trabajo social, como elementos sensoriales, estéticos, simbólicos y motores relacionados con el cuerpo, movimiento y espacio.  

Para el grupo es una oportunidad de ejercitar las inteligencias del hemisferio izquierdo: la capacidad de  organización y planificación, las del derecho: la elaboración de una visión común que articule las tareas conjuntas; también entender las relaciones interpersonales como práctica de complementariedad  para la acción en equipo. Desde una dimensión más primigenia se re-valorizan los rituales como conexión con lo ancestral, asoman los arquetipos comunes, los cuales pueden ser actuados y elaborados. El inconsciente grupal empieza a manifestarse para ser conocido y aprehendido por los participantes. 

Todos estos elementos proporcionan a la comunidad un conocimiento de sí misma que de otra manera no aflora, permanece escondido bajo las palabras y los estereotipos, saboteando decisiones racionales pero no acorde con su cultura ancestral.

Estamos frente a un trabajo social profundo, donde el arte y la  práctica artística es un  medio para explorar lo que no se ve, y un camino para conocer los movimientos internos de un grupo los cuales, conforman su pertenencia, su identidad, sus elementos sagrados, aquellos que resisten cualquier cambio social y con los cuales hay que fluir para poder transformar. 

El facilitador es análogo a un director de orquesta, propone situaciones de acuerdo al desarrollo del grupo, que intensifican o relajan la experiencia, que apunta cuando suceden cosas relevantes, proporciona puentes para superar los bloqueos y estereotipos, canaliza ideas, estimula la reflexión pero ante de todo es un maestro en la dirección de los procesos de creación. 

El taller de arte es también un espacio de libertad, de juego, de improvisación, donde se  convierte el error en acierto, el azar en regalo, es entonces un lugar de creación de nuevas conexiones cerebrales que se convierten en  pensamientos, percepciones, visiones, asociaciones, emociones y acciones.

El contenido de los talleres de arte es variado y se adaptan a las necesidades del grupo, que van desde el énfasis en la adquisición de técnicas concretas para trabajar en las comunidades con niños y adultos, pasando por  la exploración del entorno físico,  la indagación en torno a las emociones, la vivencia de diferentes estados corporales, creación de imágenes, la actuación de rituales y el uso de la mitología.

Situaciones de experiencia artística 

La imagen y la identidad

Consideramos el papel de la imagen un elemento central de los talleres y una herramienta importante para indagar en la identidad personal y grupal.

Estamos impactados continuamente por una gran cantidad de imágenes. Con el desarrollo tecnológico el acceso a las imágenes es ilimitado, están en nuestra casa: en la TV, en Internet, en las publicaciones, en los periódicos; en el entorno: en las vallas publicitarias y promociones, en el cine, en los envases, de tal manera que nos alejan del paisaje natural y lo peor aún, nuestra interioridad no escapa de esta invasión, ellas también dominan nuestra imaginación y nuestra expresión, bloqueando nuestra capacidad de conexión interna, anulando la importancia de nuestros sueños y no valorizando aquellas representaciones que recibimos en los estados de quietud, con consecuencias importante para nuestra identidad individual y cultural anulando nuestra propia capacidad de recibir,  elaborar, y leer nuestras propias imágenes.

Manejar la imagen grafica, verbal o corporal es ampliar nuestra capacidad de vincularnos con el mundo y con nosotros mismos. Integrar el lenguaje de las imágenes, su polisemia, a la vida cotidiana proporciona herramientas de comunicación que tienen las características de interpretar una gran cantidad de información. Las imágenes estimulan las inteligencias del hemisferio derecho especialmente la asociativa y la espacial visual. Guiados por estas inteligencias seremos capaces de navegar a otras fronteras diferentes de la razón analítica y lógica.

Las artes en general, proporcionan un medio para vincularse con nuestras imágenes interiores, al dejarlas fluir espontáneamente con el fin de exteriorizarlas y concretizarlas en una obra o creación, de tal manera que ellas nos informan sobre nosotros mismos, las emociones y nuestra posición en el mundo.

Crear imágenes que surgen de un hacer colectivo es construir identidad y vínculos grupales. 

La herencia

El “taller de arte” es un espacio seguro, afectivo y protegido  que permite indagar en campos que en la cotidianidad están bajo la superficie.  Es común que las comunidades especialmente las urbanas han perdido la historia y no conocen sus ancestros. La práctica artística es un medio para traer al presente memorias pasadas que muchas veces nos revelan nuestro origen y proveen explicación para algunas de las conductas.

Conocer nuestras raíces es conocernos a nosotros mismos. Valorizar nuestros orígenes es valorizarnos a nosotros mismos. Es estar consciente que venimos a este mundo producto de millones de años de evolución, que tenemos un cimiento que se vincula con los ancestros, con la tierra. Que hay arquetipos que influyen inconscientemente en el comportamiento, y que sólo se muestran a través de imágenes y representaciones.

Conocer los arquetipos ayuda a explorar los patrones de conducta de un grupo social  y la sabiduría del mismo es requerida para poner al día aquellos comportamientos que fueron necesarios para la vida pasada, pero inútiles hoy en día.

Gracias al ambiente cálido y vinculativo del “taller de arte”, se propicia el surgimiento de arquetipos, que afloran en diversas formas artísticas revelando por medio de símbolos y metáforas información básica esencial para el individuo y el colectivo. 

Los rituales 

El “taller de arte” por medio de la integración de lenguajes artísticos proporciona la oportunidad de crear, sentir y  actuar rituales. En estas acciones el cuerpo se conecta con formas de comportamientos que contienen un alto grado de significado  vinculado a lo más primigenio del cerebro. La practica artística  por medio de la elaboración de  instalaciones y performance  permite sacar a flote conductas pasadas vinculadas a la pertenencia y el territorio de una comunidad. Reconocer los nuevos rituales que la vida cotidiana crea, especialmente en grupos desarraigado de su pasado, es  importante para el reconocimiento mutuo y una vía de comunicación efectiva. Los rituales son una forma elevada de comportamiento. El ritual esta en nuestra vida cotidiana en nuestras pequeñas y  grandes cosas. Es importante valorizarlos y ponerlos al día, llenarlos de significado y simbolismo.

Cuando son colectivos crean vínculos  grupales y sentido de pertenencia e identidad en una comunidad y territorio. Por estos motivos el “taller de arte”, por medio de acciones corporales y graficas, proporciona un espacio a la colectividad para re-actuar, re- crear y re-valorizar los rituales. 

Entonces:

¿Qué experiencias se han realizado? Puede ser el arte un constructor de ciudadanía? ¿Puede contribuir a un sentido de pertenencia?

El grupo y la comunidad en unión al facilitador realizan un acto de creación  colectivo que conjuga una variedad de elementos que afecta la sensibilidad, la conciencia y la convivencia. Cada taller de arte orientado con esta finalidad es un  constructor no solo de ciudadanía sino que de personas con cuerpo, mente y espíritu,  es un recurso para combatir la alineación y la marginalidad. 

¿De qué manera puede el arte formar parte de la vida diaria del habitante de una ciudad o de un pueblo? ¿Debe ser el arte considerado como una opción prioritaria dentro de las políticas gubernamentales?

El arte entendido como práctica artística de los aspectos básicos de los procesos de creación, es una forma de inteligencia expandida que una vez internalizada es transversal a todos los aspectos de la vida, a partir de un aumento de la capacidad de asociación y simbolización, de una mayor complejidad en la lectura de la realidad, de una percepción aguda tanto en los aspectos sensoriales como intuitivos. 

El mayor recurso de una  nación es su pueblo, la práctica artística tal como aquí se enfoca es  principalmente formación de  inteligencia, es creación de mayores y más complejos circuitos neuronales que servirán para construir los nuevos paradigmas necesarios para reorientar la actividad económica y social del país y de la humanidad.

Por lo tanto la formación artística integral es la educación del siglo XXI pero antes hay que dejar de considerar el arte como un  campo de especialistas, de genios, o de entretención,  de manualidades o como  pasa en la mayoría de los colegios “artística” es igual a dibujo técnico.

 

Luz María Varela

teorialuz@gmail.com

 

 

 

 

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